Por Samuel Marín Villa
Mentes surrealistas han dado vida a la existencia de paisajes que demuestran a la vista del alma un recinto acogedor y lleno de placeres donde la realidad y el pesimismo no tienen espacio para existir. Hoy es un día lleno de misterio y existencialismo, hoy es un buen día para dejar por un momento de lado al síntoma intelectual que por naturaleza todo ser humano posee. Así que por un momento dejemos que el alma sea la juez de nuestras percepciones y dictamine que lo etéreo está aquí presente rondando alrededor de nosotros, y que no solo lo que podemos ver es real, si no también todo aquello que se manifiesta sin un poco de existencia.
Bueno, pues nada es tan fácil de explicar, ni siquiera el chapotear del agua después de un aguacero es fácil de explicar, así que para la historia que estoy por contar espero que el lector habrá su mente a la posibilidades, pues lo mundano y lo terreno no es suficiente para comprender lo que estoy por describir. No es mi obligación hacerlo, pero sé que hay dos personas que esperan de mí que lo exprese, ellos dejaron esto en mí y no les pienso fallar.
-Mi nombre es Stian, hoy no sé si estoy vivo o si estoy muerto, no sé si aun acaricio la existencia o solo formo parte de un recuerdo, pero lo que sí sé es que hoy me encuentro recostado sobre una nube de románticos y sublimes placeres, no hay espacio para dolores ni para penas, ni para preocupaciones, en mi corazón solo habita el exquisito placer de ver ante mi ojos el mundo que nunca alcancé a imaginar. Sin hacer más énfasis en lo que hoy puedo llamar como mi presente, doy procedimiento a describir una anécdota que me conduce hacia todo lo que les acabo de comentar. Si al final de escuchar mi historia hay preguntas acerca de cómo es que les hago llegar este escrito, yo solo les puedo decir que no tengo respuestas, pero estoy seguro que si apagan el intelecto de su mente y abren las puertas de la pasión de su alma verán que no necesitan esa respuesta.
Para ser claro y no dejar flotando los detalles, trataré de explicar bien cada cosa que fue sucediendo, aunque sé que el esfuerzo no es muy grande pues recuerdo bien cada circunstancia que se presento desde aquel día que todo comenzó.
… Era viernes, un clima muy frio, los árboles estaban ahí, afuera, respirando el aire helado que corre por los valles de mi pueblo en esta época del año. Soy sincero, disfruto mucho de este clima, la gente se queda encerrada en casa y es justo lo ideal para poder salir a caminar, despejar por un rato la mente, aprovechar que las personas no contaminan el espacio con sus comentarios fuera de lugar e involucrándose en circunstancias que no les importan. Así que aprovecho la solitaria esencia de las calles frías de este pueblo para salir a apreciar la naturaleza congelada que rodea a nuestra región.
Ese viernes por la mañana me despertaron muy temprano en mi casa porque iríamos de visita a un pueblo que se encuentra a pocos kilómetros de distancia de la región en la que yo habito. Solo tuve tiempo de desayunar pues mi padre ya me estaba esperando en la camioneta con mi mamá, salimos hacia a aquel pueblo que se encontraba más o menos como a una hora y media de camino, según mis padres íbamos para haya porque en aquel pueblo un señor le vendería mercancía que según mi padre necesitaba mucho y que no la había podido encontrar en nuestra ciudad. Llegamos a ese pueblo como a las nueve de la mañana, pero al parecer en eses lugar la gente es muy madrugadora porque ya todos estaban despiertos y en su rostro se refleja el amanecer bañado en la frescura de la esencia que ahí se respiraba. Mi papá lo primero que hizo fue preguntar por la casa de ese tal señor pero le dijeron que él había salido repentinamente de viaje y que había dejado el recado de que lo disculparan por su mala jugada, pero que si queríamos, podíamos usar su casa como hospedaje en lo que el volvía puesto que solo serian como dieciséis horas las que estaría fuera del pueblo ya que tenía que llevar al doctor a una de sus hermanas, mi padre un poco molesto cuestionó la situación con mi mamá, en su rostro había enojo pero también un poco de satisfacción al saber que después de todo, este podía ser un viaje vacacional, y después de un par de minutos de charla decidieron aceptar la invitación que el señor les había hecho por medio del mensaje.
La señora que nos había dado el mensaje se ofreció para acompañarnos hacia la casa de don Jacinto (pues así se llama el señor que mi padre visitaba) lo cual tanto mi padre como mi madre se lo agradecieron. Mientras caminábamos cada vez más nos adentrábamos en el pueblo, y en cada rincón se respiraba esa frescura que ya antes mencioné y no solo yo me daba cuenta, también mi padre lo notó y se lo hizo saber a la señora con el fin de hacer un cumplido hacia su pueblo, pero la señora al escuchar las palabras de mi padre cambio el tono en su mirada a unos rasgos muy serios que del fondo de sus ojos emanaba un poco de tristeza y nos dijo que aunque el día parecía ser un baño de felicidad sobre los pueblerinos la noche lo cambiaba todo. Yo al escucharla decir eso percibí una extraña reacción en la boca de mi estomago, algo que se pintaba de presentimiento surgió de mi interior por lo que sin pertenecer como partícipe de la charla pregunté el por qué de lo que decía y entonces ella nos conto de una leyenda que corría por el pueblo. Por las calles de este pueblo – dijo la señora- corre la leyenda de que un espíritu, el alma errante de un ser vaga por el pueblo atormentando a las ciudadanos, por lo que desde hace ya unos años, la gente de este pueblo acostumbra a encerrarse y dormir a hora muy temprana del día, y debido a eso es por lo que desde muy temprano ya estaba activos y bien descansados.
Ya estando en la casa de don Jacinto la señora nos ayudo a desempacar y a instalarnos en la casa, al parecer ella la conocía muy bien como si algo tuviera que ver con el señor, pero no le dimos importancia a eso. Cuando estábamos ya instalados y la señora ya se había retirado, mis padres comenzaron a hablar de la historia que la señora les había contado, a mí se me hizo lógico que platicaran de eso pues no era algo que se podría dejar a la ligera, yo quise entrar a la plática con ellos pues dentro de mi había algo que no sabría como explicarlo, reacciones físicas en mi torso dejaban al descubierto sensaciones de preocupación pero al mismo tiempo emocionantes, pero no dejaron que hablara de eso porque según ellos aun no contaba con la madurez suficiente para asimilar de manera seria ese tipo de circunstancias, pero lo que ellos no sabían es que dentro de mí, en mi mente había demasiada experiencia como para tomar aquella historia no de manera seria, sino de manera correcta, pero no quise insistir pues sabía que yo asimilaba mejor las cosas meditándolas para mí solo por lo que mejor decidí recorrer la casa en la que nos encontrábamos, esperando hallar cosas muy interesantes para mi curiosidad.
Yo sabía muy bien que mis padres eran fieles creyente a su religión, a dios, por lo que sabía que tomarían de manera muy estricta las circunstancias, pues en su religión se ha hablado de entes que debido a circunstancias humanas hoy no han encontrado ese camino hacia su dios y por eso se encuentran aquí, en nuestro plano, así que no me extrañaría nada que mis padres tomaran las precauciones adecuadas y se encomendaran de lleno a su dios. Yo, siendo joven de edad ya había decidido apartarme de los dogmas religiosos pero había mucha creencia espiritual en mí, por las mismas razones también le di la seriedad correcta a las circunstancias pero sabía que detrás de la historia que el pueblo contaba se ocultaba una historia mucho más verídica y correcta. Mis padres después de varios minutos de charla fueron en mi búsqueda, yo me hallaba en mi habitación y cuando llegaron conmigo me hablaron de todas las medidas que tomaríamos respecto a nuestra estancia en este hogar. Como me lo supuse, las medidas a tomar era demasiado estrictas, no exageradas, después de todo yo era capaz de comprender sus decisiones. Aunque dentro de mí, las sensaciones seguían presentes y no disminuían, sabía que algo iba a dejar una marca en las vivencias de cada uno de nosotros, lo supe desde cuando mi padre nos dijo que visitaríamos este lugar.
Llegada la tarde, cuando era la hora de la comida, el teléfono de esta casa sonó haciendo un sonido que caló hasta lo más profundo de el alma de cada uno de los presentes, el timbrar de dicho aparato dejaba al descubierto que lo que se había de avisar no eran para nada buenas noticias, pero no sabíamos si contestar o no pues no éramos los residentes de planta de esa habitación, solo visitantes extraños que por circunstancias ajenas nos encontrábamos ahí hospedados, pero mi padre, carcomido por las aguas de la curiosidad, no tardo mucho en cambiar de opinión y contestó el teléfono, estuvo hablando poco rato, pero el suspenso de saber quién era y cuál era el mensaje que tenía que dejar hizo que pareciera como si hubiera pasado un largo rato. En el momento que mi padre colgó el teléfono mi madre rápidamente como si algo en su interior la empujara de manera sobrenatural a hacerlo preguntó a mi padre que quien era y que quería, que fuera claro y preciso, mi padre un poco consternado y con una mirada que expresaba que dentro de su mente estaba asimilando la noticia se quedó un rato callado alimentando de incertidumbre al silencio pero después retomó el aliento y dijo que había sido don Jacinto, que al parecer la enfermedad de su hermana no era algo ligero y que tendría que quedarse más tiempo con ella en el hospital y que le había pedido que por favor se quedaran en la casa todo el tiempo que él estuviera fuera, ya que no quería que se quedara solo el hogar y según mi padre decidió aceptar después de todo lo que la señora ya le había dicho y al parecer a mi madre no le agradó mucho la idea pero acabó aceptándolo, y pues yo creí entonces que vivir fuera de nuestra casa me haría mucho bien, yo lo tomaría como unas vacaciones que servirían para romper la rutina.
Y bien ya tomada la decisión, mi padre viajo a nuestra ciudad por mas ropa y cosas que necesitaríamos y mi madre comenzó a trabajar en la casa planeando lo que sería nuestra estancia en ese lugar. Mi padre llego de nuevo al pueblo ya cuando estaba a punto de anochecer y nos dijo que toda la gente ya estaba encerrada en su casa a pesar de que era muy temprano, y nos dijo que nosotros haríamos lo mismo. La idea no me gustó demasiado pues en mi pueblo, en estas épocas del año las noches son muy inspiradoras como para quedarse encerrado en casa y el no salir a respirar el aire que corre impregnado de frio y misterio me hacía sentir un poco de mal humor y aburrimiento pero dadas las circunstancias no tuve más que resignarme y dirigirme hacia mi habitación a leer un poco.
Llegado el amanecer al igual que todo el pueblo nosotros ya estábamos más que despiertos y listos para recibir el sol que con paso lento se posaba sobre el cielo iluminando el rincón de cada esquina, evaporando con su manto las marcas de rocío que la noche nos había regalado. Este nuevo día estuvo un poco más entretenido que ayer. Mientras mi madre y mi padre salieron en búsqueda de frutas y verduras para las provisiones yo decidí salir a caminar y conocer un poco mas de los rincones de este pueblo, ver si acaso se podía entablar una conversación interesante con algún habitante de este pueblo. Mientras me adentraba mas en las avenidas de ese pueblo, encontré un pequeño grupo de jóvenes aproximadamente con una edad promedio similar a la mía por lo que lleno de curiosidad me acerqué a ellos tratando de entablar una conversación que nos llevara hacia el conocimiento de cada uno. Las palabras rápidamente comenzaron a fluir y poco a poco me fueron recibiendo dentro de sus costumbres cotidianas, aunque quedaba muy notorio que las mías y las suyas no eran para nada parecidas, mas sin embargo logré adaptarme muy bien a su plática y pronto formaba yo parte ya del grupo que conversaba. Dentro de sus conversaciones de hablaba acerca de un evento nocturno que se realizaría ese mismo día. Al parecer la iglesia de ese lugar organizaba una reunión en la que se presentaría un evento en el cual toda la música popular de ese momento brindaría el margen para un baile que llenaba de emoción a cada joven del lugar.
Regrese a casa pensando en dicho evento, la música contemporánea y el baile no eran cosa que me llamara la atención pero era una oportunidad para salir un poco y dejar que a mi llegara nuevamente el aire nocturno que corre por las calles. Pero sabía que mis padres no estarían muy convencidos de permitirme asistir al evento. Les dije que iría mucha gente, que iba a ser un lugar ambientando por la diversión, que la misma iglesia era la organizadora del evento y que incluso mañana, (día domingo) habría una especie de kermes en el atrio de dicha iglesia lo que sería un fin de semana bastante atractivo para los habitantes de la población que después de todo lo que se hablaba de dicho ente que deambula bien les haría un poco de diversión. Al final de todo, ellos decidieron aceptar, pues su creencia en dios los hacía pensar que tratándose de su casa, la iglesia, nada malo podría pasar. Y ya con permiso para asistir, dentro de mi habitación, mientras leía y el reloj avanzaba, la sensación en mi estomago se agudizo y me revelaba que esa noche era realmente un evento del tiempo que me dejaría marcado para toda la vida. -Hoy que les cuento esto, no puedo evitar reírme al decir esto, pero regreso a la historia-. Detrás de la preocupación había una sensación de entusiasmo y emoción, ya no podía esperar más para que se llegara la hora de asistir al evento.
Llegada la noche, apenas el sol comenzaba a morirse en el horizonte y las estrellas comenzaban a decorar el manto estelar con su brillo para darle una cordial bienvenida a la luna, yo ya estaba más que listo para asistir a dicho evento. Nada de lo anunciando me llamaba la atención pero había algo dentro de mí que me decía que algo extraordinario iba a ocurrir aquella noche. Así que llegada la hora partí a prisa hacia a el lugar y valla fue mi sorpresa al ver que muy poca gente era la que había asistido aunque aun era temprano por lo que supuse que avanzando los minutos la gente comenzaría a llegar. Como lo había dicho, la gente comenzó a llegar y el local pronto estaba lleno de personas, para mi mala fortuna yo no conocía a nadie, era un visitante nuevo, y debido a idiosincrasias y gustos distintos no tenía la menor idea de cómo proceder por lo que opté por introducir bebidas etílicas a mi organismo con el fin de que el alcohol pudiera funcionar como catalizador para empezar a formar parte del ambiente que dentro del local se manifestaba. Poco a poco fui perdiendo el control del tiempo, no sabía que tanto rato había pasado ni cuanto faltaba por ocurrir. Debido a las causas de ingerir alcohol, mi metabolismo me exigía como un niño malcriado y rebelde las ganas de ir al baño y mientras caminaba yo hacia el baño pude notar que mi caminar era distorsionado por el peso de mi cuerpo, mis piernas no reaccionaban como debía por lo que no había duda de que el alcohol comenzaba a efectuar sus reacciones en mi cuerpo.
Ahora, aquí comienza todo lo que marcó la existencia de mi ser. Al salir del baño un poco aturdido por el alcohol, como si de manera extraña se me hubiera manipulado a hacerlo, alcé la mirada y magnifica belleza lo que pude ver, una joven dama, sentada a distancia, un rayo de luz lunar dentro del salón se manifestó en mi alma como si decoraran la estancia de dicha doncella, inexplicable con palabras simples lo que pude sentir al verla, su piel pálida reflejaba la luz que daba brillo al terciopelo nocturno de la noche, su cabellera negra que descendía como cascada desde lo más alto del espíritu hasta el rincón más exótico del cielo dejaban al descubierto la suavidad de su persona, lastima por el estado en el que me encontraba pero aun así decidí acercarme a ella para conocer la personalidad de la mismísima representante del naufragio nocturno de la belleza.
Mientras me acercaba a ella, una paz en mi interior crecía rápidamente, aunque también percibía yo algo de nostalgia en el ambiente. Ella observó que me acercaba y rápidamente concluyo que era a ella hacia quien yo me dirigía por lo que solo reacciono con una suave sonrisa y espero que yo llegara hasta donde se encontraba ella. En el momento en el que llegue con ella mis palabras comenzaron a fluir de manera tan suave y profunda cual poeta que declama versos a la luz pulcra de la luna y al parecer todas mis palabras daban en el blanco cuales flechas impregnadas de romanticismo pues la joven se entusiasmaba cada vez y la conversación se entablaba cada vez mas de manera más profunda por lo que decidimos salir a un lugar donde el sonido fuerte de la música no ahogara nuestras palabras. Ya estando fuera, cubiertos por el manto estelar nocturno comenzamos a expresar el sentir de cada quien, y entre mas platicábamos mas no entendíamos mutuamente por lo que reacciones tan sublimes recorrían todo mi cuerpo estremeciéndome cada una de las fibras de mi alma y sabía que lo mismo pasaba con ella. Su nombre era Sabine y el pronunciarlo se entonaba dentro de mi ser como una dulce y amalgamada de colores sinfonía, aunque la nostalgia que comencé a sentir cuando me acerque a ella aun estaba presente contrastando mi alegría pero quien sería capaz sino ella de hacer experimentar todo tipo de reacciones en mi ser.
Pronto el cielo comenzó a clarearse dejando al descubierto el dormir de los arboles que con somnolientos movimientos comenzaban a anunciar el amanecer de un nuevo día por lo que ella me pidió la dejara partir a su casa pues el amanecer había llegado y no contaba con el permiso para estar más tiempo fuera, y yo, de igual manera tenía que partir hacia el hogar donde nos encontrábamos hospedados pues no quería problemas con mis padres, así que nos despedimos con pocas palabras pero ambos sabíamos que el uno había dejando un marca grata en el otro por lo que un nuevo encuentro era inevitable. Camino a casa el camino se hizo corto pues en ningún momento salió de mi mente la imagen de Sabine, se tatuó en mi cabeza con la tinta de la noche acobijando cada uno de mis pensamientos. Llegando a casa un sueño inmenso me atrapó y caí rápidamente en mi cama completamente dormido.
Un nuevo día, aunque por el tiempo en que dormir el atardecer ya nos saludaba con su llegada, pero todas las cosas extraña que uno no puede imaginar comenzaron a suceder. Me levante y me dirigí hacia la sala donde mis padres se encontraban, en sus rostros se refleja coraje y angustia, estaban muy enojados y por la reacción química en mi cuerpo pude suponer que era por mí. Valla manera de faltarnos al respeto –comentó mi padre enfurecido-, te hemos dado la confianza y nos has fallado. Yo no sabía acerca de que hablaba pero algo me decía que los tenía que escuchar. Tu, nuestro hijo único –siguió comentando mi padre- has llegado en completo estado de embriaguez, ni siquiera eras capaz de soportar tu peso, si no ha sido por los jóvenes que te han traído seguramente ahorita estarías en las calles tirado como un perro, no lo puedo creer. Pero no se acerca de que hablan –contesté yo-, yo hace unas horas que acabo de llegar por mi propia cuenta, (aunque aseguraba lo que decía no podía evitar sentir una preocupación inminente por las palabras de mi padre) no sé realmente de que hablan. Tan borracho llegaste anoche –siguió mi padre- que ni siquiera te acuerdas de lo que paso, los jóvenes que te trajeron dicen que ye hallaron dormido dentro del baño del local donde fue el evento, que trataron de despertarte pero el alcohol en tu cuerpo reacciono de manera tan aguda que no acatabas nada y que si no ha sido por uno de los jóvenes con los que platicaste ayer no hubieran podido localizar donde habitabas puesto que nadie te conoce aquí. Yo solo guarde silencio pues después de todo ellos narraban a detalle lo ocurrido, pero en mi mente no cabía la idea de concebir lo que me decía, pues no era eso lo ocurrido, claro que no podía ser cierto pues la imagen de Sabine seguía en mi mente y no podía ni siquiera imaginar que ella solo había sido un sueño pues un sueño no es capaz de recrear semejante belleza. Después de tanto pensar, y al ver que mis padres estaban enfurecidos no tuve opción más que quedarme en mi habitación a reflexionar todo lo ocurrido, pero sabía que en el atrio de la iglesia se encontraba en festejo una kermes en la que las posibilidades de ver a Sabine ahí eran grandes y así saber que ella era real y no un sueño. Mas sin embargo la ira de mis padres no cesaba por lo que ni siquiera trate de asistir a dicho evento.
La noche ya se había hecho presente nuevamente y yo seguía postrado en mi habitación pensado en cada detalle de lo ocurrido. Conmovido por el hambre decidí bajar hacia el comedor donde se hallaban mis padres pero en su rostros pude ver que su ira no había disminuido e incluso parecía que el avanzar de las horas la había agudizado por lo que de manera seria me acerqué esperando que dijeran lo que me tenían que decir. Después de una charla nada amena dejaron al descubierto sus advertencias y castigos, los cuales me llenaron de ira y ahora era yo el enojado. Su castigo había sido mandarme nuevamente hacia mi pueblo y permanecer la mayor parte del tiempo ejerciendo labores que me demostraran lo que realmente era ganarse la vida como para desperdiciarla en diversiones etílicas. El ejercer las labores no me asustaban en nada pero el hecho de marcharme me enfurecía y me entristecía pues yo quería permanecer más tiempo ahí, en ese pueblo, donde Sabine podría estar fuera esperando a que yo acudiera nuevamente a ella. Pero la ira de mis padres no cedía y al ponerles frente con la mía nada bueno surgió de eso, las cosas comenzaron a empeorar y cada palabra que yo pronunciaba enfurecía mas a mis padres, aunque también los preocupaba por lo que no cambiaron nada de opinión y su última palabra fue esa, mandarme de regreso a mi pueblo.
El coraje se alimentaba de mí ser y se propagaba sobre toda mi alma abrazándola como un niño que temiese perder la protección de su padre. Nada me controlaba, no podía pensar de manera clara la decisión que mis padres habían tomado por lo que decidí salir a caminar a solas, por las avenidas nocturnas del pueblo que en la hora en la que nos encontrábamos ya estaban completamente vacías. Nuevamente era yo testigo de las caricias que el viento frio de la noche hacia de manera apasionada sobre la piel de mi rostro. A pesar de que no tenía el permiso de mis padres para estar fuera a esas horas todos los malos sentimientos en mi mente se despejaban y comenzaba a pensar con más claridad. Pero el problema fue que entre más razonaba lo que mis padres me habían dicho más me abrazaba la melancolía y la tristeza de pensar que el partir hacia mi pueblo reduciría a nada mis posibilidades de volver a ver a Sabine. Mientras tanto, mientras pensaba en cada suceso de lo ocurrido me dirigí hacia el parque del pueblo y me senté justo en la misma banca en la que había yo platicado un día antes con Sabine, la mujer que hoy no se escapaba ni un momento de mi mente, y ahí me quede un buen rato, respirando el aire nocturno y buscando la manera de que los pensamientos que trataban de intuir el futuro no me torturaran mas, cuando de repente, sentí una presencia extraña detrás de mí, como si alguien tratara de asecharme por lo que decidí quedarme quieto y en silencio mientras mi mente divagaba buscando las posibilidades de quien se pudiera tratar. Pasando los segundos inhalé profundamente y volteé la mirada para ver de quien se tratara y valla sorpresa me lleve cuando vi que se trataba del ángel más bello que un día antes mis ojos habían podido divisar, así que mi cuerpo quedo estupefacto y de momento no sabía cómo reaccionar pues al verla su imagen había penetrado hasta lo más profundo de mi alma dejando a flote en la reacción de mi piel el sentimiento que nacía dentro de mi dirigido hacia ella.
No temas –fueron las palabras que ella expresó tratando de calmarme-, lo último que yo quisiera seria causarte temor, incluso me hace sentir mal que tu reacción fuera esa, temor. No temo –contesté- pero me ha sorprendido mucho que justo en el momento que pensaba en ti te apareciste, como si de alguna manera te hubiera yo invocado. No mientas –dijo ella sonriente- puedo ver en tus ojos que todo el tiempo has pensado en mi por lo que no creo que sea correcto que hables de momentos cuando ha sido todo el tiempo el que decora mi imagen en tu mente. Sus palabras cayeron como flechas impregnadas de romance en el aura de mi corazón. Tengo que ser sincero contigo –le dije serenamente-, tienes toda la razón, no he dejado de pensar en ti, tus ojos están en el centro de mi mente diciéndome que tu eres la mujer más especial que he hallado a pesar de mi joven edad, pero no me importa nada más que tu y quiero que sepas que quiero pasar más tiempo contigo, quiero recorrer los jardines del amor tomado de tu mano y juntos acariciar el aura de lo divino con las sublimes y etéreos placeres de un beso. Valla forma directa de decirlo –contestó ella un poco sonrojada- pero debo de aceptar que yo también siento lo mismo, yo también quiero que seas tú la persona con la que divague por la vida, contigo quiero respirar el aroma de las rosas que decoran el jardín que ya tu mencionaste mi querido poeta. El silencio se hizo presente mientras ambos nos declamábamos poesía pura con los ojos que se humectaban de lágrimas, lágrimas de felicidad, de repente, ella interrumpió el silencio con un comentario abarcando el tema del que yo ya ni siquiera me acordaba. ¿Qué piensas acerca del ente que ronda según la gente las avenidas nocturnas de este pueblo? –Preguntó ella con un poco de sigilo en su mirada-. Pues cuando escuche por primera vez acerca de ello –contesté- me impacto de manera extraña, las reacciones químicas en mi cuerpo rápidamente se engalanaron con su presencia, como si algo me quisiera decir, pero desde el momento en que te vi jamás volvió a pasar por mi mente el recuerdo de esa historia. Me alegra eso –respondió ella- después de todo parecer ser que solo es alardeo del pueblo pues nadie lo comprueba, pero ahora solo importa lo que pasa entre tú y yo. Hay más problemas –contesté con un poco de melancolía- mañana saldré camino a mi pueblo del cual ya no saldré, algo extraño paso la noche de ayer y mis padres están furiosos, sucesos para mi desconocidos a descargado su ira sobre mí y en pocas palabras parece ser que no podré verte mas, no sé si decirlo, pero lo siento. El silencio volvió a presentarse en nuestro encuentro y en su rostro había una calma muy profunda, extraña para lo que le acaba de decir, y de repente, volvió a romper el silencio con su voz diciendo: No preocupéis por eso, créeme, nada ni nadie puede separarnos ya –un suave toque de soberbia se incrustaba en su mirada-, ahora eres mío y yo soy tuya, eso es en lo que tú debes de pensar, de lo demás yo me encargo. Sus palabras me dieron temor, lo admito, pero el registro de su voz me llenaba de calma y alegrías.
Que pensarían mis padres si lo supieran, no lo sé y no me importa, nada podría arruinar el momento aquel, ella y yo mirándonos fijamente, como si nuestras miradas se unieran en un lazo eterno. De repente, ella volvió a interrumpir el silencio. Solo cierra los ojos –dijo ella con voz apasionada- y deja que el olvido se postre en tu mente dejando solo la silueta de mi voz diciéndote cuanto te quiere que después de esto veras que no podrán separarnos. Y así, toda la noche y el aire nocturno nos rodeaban como queriendo ser testigos de lo que ahí estaba por pasar mientras yo solo deje volar mis pensamientos manteniendo los ojos cerrados como ella me lo había pedido. De repente, sentí sus manos tocar mi rostro y cada vez comencé a sentir más cerca su respiración y de la nada, nuestros labios hicieron contacto en un beso tan sublime y pasional que en ese momento el todo y la nada dejaron de existir, la vida ya la muerte se convirtieron en ilusiones, el viento nos acariciaba como queriendo formar parte también de ese beso, todo tan sublime, no había deidad ni humano capaz de impedir que nuestros corazones se eclipsaran teniendo como nicho de amor aquel manto nocturno cubierto de estrellas que nos acobijaba. De pronto alejo su rostro sin desprender su mirada de mis ojos y en voz tenue y susurrante me dijo: Ahora tengo que irme pero después de este beso tú y yo formamos parte de un solo ser, créeme, muy pronto estaremos juntos por siempre. Y sin dar tregua alguna se levante y comenzó a alejarse mientras yo no podía reaccionar, mi cuerpo y mi alma seguían recostados sobre la nube del placer pero después de un rato regresé a mi casa y apenas llegado a mi habitación caí dormido de manera tan profunda como un niño que duerme en los brazos de su madre. O al menos eso creí yo que pasaba, que dormía…
-Ahora estoy aquí sentando, escribiendo las últimas líneas que describen lo sucedido, pero pongan atención al final pues es aquí donde todo lo difícil de creer comienza.
…Es el día siguiente de aquella noche, en la que ella y yo eclipsamos nuestras almas en el aura celestial de un beso, me desperté un poco aturdido, raras sensaciones se manifestaban en mi cuerpo, una debilidad muy aguda apenas y me dejaba ponerme de pie para ir a hablar con mis padres. Apoyado de la pared bajé hasta la sala donde ellos se encontraba y valla sorpresa al ver a un seño extraño sentado, su rostro manifestaba el caminar del tiempo y en su mirada reflejaba un aura triste y melancólica, tanto que al verlo todo mi cuerpo se estremeció y mi alma por un instante se conectó con la de aquel señor como si un lazo externo nos uniera. Yo camine hasta donde estaban mis padres y vi que los dos lloraban de una manera tan triste y desgarradora que pareciera que la locura los había abrazado fuertemente y se negaran a aceptarla, pero al ver el llanto de mis padres la debilidad de mi cuerpo se agudizó más, tanto que casi caigo al suelo inconsciente pero logre detenerme. Les hable con una voz que apenas y pronunciaba las palabras pero no me oía, y no solo eso, tampoco se habían dado cuenta de que yo estaba ahí. Traté de tocarlos pero entre más me acercaba parecía que ellos se alejaban, todo estaba tan extraño y mi alma saltaba de un lado para otro, la debilidad ahora se acompañaba de una desesperación inmensa, la mirada triste del señor que casi podía asegurar que se trataba de don Jacinto y el llanto desgarrador de mis padres me taladraban la cabeza y mi espíritu, no podía mas, quería salir corriendo y gritando que alguien me explicara lo que pasaba pero nada pasaba, mi cuerpo no me respondía y entonces pensé en Sabine, quería verla, pero en el momento en el que pensé en ella pude ver su rostro en mi cabeza sonriendo y con suaves palabras me dijo: “ya no nos separan, ahora ya solo ven conmigo”. No había explicación alguna pero cuando creí haber tocado el fondo del caos las cosas empeoraron aun más. Un automóvil de facha lúgubre se instalo frente a la puerta de la casa y bajaron un ataúd de la parte trasera y caminaron con él hasta la puerta de la casa, el llanto de mis padres era aun más desgarrador y yo ya estaba al borde de la locura. Cuando entraron y lo colocaron en la sala abriéndolo para develar el cuerpo que ahí yacía fue entonces cuando vi la imagen más espeluznante y escalofriante que nunca antes en mi vida había visto y nunca en mi vida creí que algún día lo vería. El cuerpo que ahí yacía era el mío, era yo quien descansaba en ese ataúd, mi alma derramaba lágrimas de sangre y la desesperación que me envolvía era tan grande que mis gritos acariciaban el cielo mas nadie los oía. Lo último que pude ver fue que en mi cuerpo que yacía en el ataúd irradiaba paz y tranquilidad, y en el rostro se reflejaba el rostro de Sabine sonriente. No sé cómo ni por qué, pero subí nuevamente a mi habitación y un pequeño soplido de serenidad me dijo al oído que escribiera esto, que no preocupara del cómo ni el conque, que solo expresara todo lo ocurrido y que alguien necesitaba de leerlo para poder aliviar un fuerte dolor de su alma…
-Y así es como paso todo lo ocurrido, ahora, con el atardecer en vísperas de la noche, mis padres se dirigen hacia el cementerio para darme la sagrada sepultura que su religión les ha enseñado. Yo, yo no sé qué es lo que ahora va a pasar pero mi alma esta tan desesperada que no puedo seguir mas hablando acerca de… lo siento ya no hay palabras.
Sabine era mi nieta, una joven muy hermosa, tal y como la describió el joven Stian en su carta. Ella tuvo la desgracia de enfrentarse a sus padres, mi hijo y su esposa quienes le prohibieron estrictamente olvidarse de todas las cuestiones amorosas de los adolescentes pues ellos la obligaban a tomar los hábitos de monja. Pero ella, con el corazón lleno de amor y pasión se enfrentó a sus padres los cuales no la perdonaron y al golpes la mataron (llanto de don Jacinto muy desgarrador). Yo no pude hacer nada y eso me carcomía el alma día con día pero hoy agradezco que por medio del joven Stian, Sabine me haya dado a conocer que ahora ya está en paz y que nada ni nadie le va a impedir vivir su amor. Lamentablemente tuvo que morir un joven, pero ahora abrazados por la eternidad vivirán felices donde la vida y la muerte son obstáculos ya superados.
Me dirigí hacia la procesión, agradeciéndoles a sus padres que sepultaran a su hijo aquí en mi pueblo y no en el suyo. Mis palabras tocaron de manera equivocada el corazón de sus padres produciendo un poco de molestia pero al final lo comprendieron. Y de manera tan respetuosa les pedí que me dejaran decidir el lugar donde lo sepultaran, y yo me encargaría de todos los gastos del sepelio. Después de hablar un rato aceptaron. No les pude decir nada de lo que sabía pues no lo creerían, pero después de todo, yo les daría este escrito dejándolo a su consideración.
Mientras nos dirigíamos hacia la cripta de mi pequeña nieta Sabine, pues ahí sabía yo que lo teníamos que sepultar, sabía que el joven Stian nos acompañaba. Ten calma Stian –Exclamé-, ya te preocupes mas por lo que ha de pasar de ahora en adelante, tu sabes bien que alguien te espera y con los brazos abiertos te está esperando para darte todo su amor bajo el manto de la eternidad. Y así fue, lo terminamos de sepultar y con dolor en el alma y lágrimas en el rostro rezamos por su descanso. Todo tan doloroso para los seres que nos quedamos aquí, sufriendo la perdida, pero con una paz en el alma pues sabíamos que ya no habría dolor para el joven Stian.
Ya dirigiéndonos de nuevo hacia la casa, sentí una paz tan celestial en mi alma, como si un pequeño ángel la abrazara con las manos de la divinidad. Y de repente, como si alguien intencionalmente me hicieran voltear y pude ver ahí, sobre la sepultura una luz blanca tan consoladora y en su centro vi a mi nieta y al pequeño joven Stian diciéndome con sus miradas que se amaban y que yo podía seguir viviendo en calma, mi pequeña nieta me había perdonado por no ayudarla y yo había perdonado a mi hijo por su crimen. Con una sonrisa en mi alma me despedí de ellos y en la eternidad ellos se esfumaron. Ahora ya no hay dolores en el alma, pues solo el amor logra lo imposible.
Bueno, pues nada es tan fácil de explicar, ni siquiera el chapotear del agua después de un aguacero es fácil de explicar, así que para la historia que estoy por contar espero que el lector habrá su mente a la posibilidades, pues lo mundano y lo terreno no es suficiente para comprender lo que estoy por describir. No es mi obligación hacerlo, pero sé que hay dos personas que esperan de mí que lo exprese, ellos dejaron esto en mí y no les pienso fallar.
-Habla don Jacinto-
Mi nombre es Jacinto, la edad ya ha pasado por mi casa dejando un mar repleto de recuerdos y vivencias, los años me han alcanzado después de que tanto les huí. Hace unos días, en el buró de mi recamara encontré un escrito, un escrito muy peculiar, la tinta era extraña e igualmente el papel, pero lo más sorprendente era la historia que ahí se narraba, y hasta el día de hoy no llego a comprender como es que fue escrita y tampoco sé por qué llegó a mí, pero el caso es que me quisieron compartir esa historia con el fin de que yo la expresara mas a detalle. La carta que encontré decía cosas que un ser humano no es capaz de asimilar ni de creer, pero déjenme explicarla a detalle, la carta decía lo siguiente:-Mi nombre es Stian, hoy no sé si estoy vivo o si estoy muerto, no sé si aun acaricio la existencia o solo formo parte de un recuerdo, pero lo que sí sé es que hoy me encuentro recostado sobre una nube de románticos y sublimes placeres, no hay espacio para dolores ni para penas, ni para preocupaciones, en mi corazón solo habita el exquisito placer de ver ante mi ojos el mundo que nunca alcancé a imaginar. Sin hacer más énfasis en lo que hoy puedo llamar como mi presente, doy procedimiento a describir una anécdota que me conduce hacia todo lo que les acabo de comentar. Si al final de escuchar mi historia hay preguntas acerca de cómo es que les hago llegar este escrito, yo solo les puedo decir que no tengo respuestas, pero estoy seguro que si apagan el intelecto de su mente y abren las puertas de la pasión de su alma verán que no necesitan esa respuesta.
Para ser claro y no dejar flotando los detalles, trataré de explicar bien cada cosa que fue sucediendo, aunque sé que el esfuerzo no es muy grande pues recuerdo bien cada circunstancia que se presento desde aquel día que todo comenzó.
… Era viernes, un clima muy frio, los árboles estaban ahí, afuera, respirando el aire helado que corre por los valles de mi pueblo en esta época del año. Soy sincero, disfruto mucho de este clima, la gente se queda encerrada en casa y es justo lo ideal para poder salir a caminar, despejar por un rato la mente, aprovechar que las personas no contaminan el espacio con sus comentarios fuera de lugar e involucrándose en circunstancias que no les importan. Así que aprovecho la solitaria esencia de las calles frías de este pueblo para salir a apreciar la naturaleza congelada que rodea a nuestra región.
Ese viernes por la mañana me despertaron muy temprano en mi casa porque iríamos de visita a un pueblo que se encuentra a pocos kilómetros de distancia de la región en la que yo habito. Solo tuve tiempo de desayunar pues mi padre ya me estaba esperando en la camioneta con mi mamá, salimos hacia a aquel pueblo que se encontraba más o menos como a una hora y media de camino, según mis padres íbamos para haya porque en aquel pueblo un señor le vendería mercancía que según mi padre necesitaba mucho y que no la había podido encontrar en nuestra ciudad. Llegamos a ese pueblo como a las nueve de la mañana, pero al parecer en eses lugar la gente es muy madrugadora porque ya todos estaban despiertos y en su rostro se refleja el amanecer bañado en la frescura de la esencia que ahí se respiraba. Mi papá lo primero que hizo fue preguntar por la casa de ese tal señor pero le dijeron que él había salido repentinamente de viaje y que había dejado el recado de que lo disculparan por su mala jugada, pero que si queríamos, podíamos usar su casa como hospedaje en lo que el volvía puesto que solo serian como dieciséis horas las que estaría fuera del pueblo ya que tenía que llevar al doctor a una de sus hermanas, mi padre un poco molesto cuestionó la situación con mi mamá, en su rostro había enojo pero también un poco de satisfacción al saber que después de todo, este podía ser un viaje vacacional, y después de un par de minutos de charla decidieron aceptar la invitación que el señor les había hecho por medio del mensaje.
La señora que nos había dado el mensaje se ofreció para acompañarnos hacia la casa de don Jacinto (pues así se llama el señor que mi padre visitaba) lo cual tanto mi padre como mi madre se lo agradecieron. Mientras caminábamos cada vez más nos adentrábamos en el pueblo, y en cada rincón se respiraba esa frescura que ya antes mencioné y no solo yo me daba cuenta, también mi padre lo notó y se lo hizo saber a la señora con el fin de hacer un cumplido hacia su pueblo, pero la señora al escuchar las palabras de mi padre cambio el tono en su mirada a unos rasgos muy serios que del fondo de sus ojos emanaba un poco de tristeza y nos dijo que aunque el día parecía ser un baño de felicidad sobre los pueblerinos la noche lo cambiaba todo. Yo al escucharla decir eso percibí una extraña reacción en la boca de mi estomago, algo que se pintaba de presentimiento surgió de mi interior por lo que sin pertenecer como partícipe de la charla pregunté el por qué de lo que decía y entonces ella nos conto de una leyenda que corría por el pueblo. Por las calles de este pueblo – dijo la señora- corre la leyenda de que un espíritu, el alma errante de un ser vaga por el pueblo atormentando a las ciudadanos, por lo que desde hace ya unos años, la gente de este pueblo acostumbra a encerrarse y dormir a hora muy temprana del día, y debido a eso es por lo que desde muy temprano ya estaba activos y bien descansados.
Ya estando en la casa de don Jacinto la señora nos ayudo a desempacar y a instalarnos en la casa, al parecer ella la conocía muy bien como si algo tuviera que ver con el señor, pero no le dimos importancia a eso. Cuando estábamos ya instalados y la señora ya se había retirado, mis padres comenzaron a hablar de la historia que la señora les había contado, a mí se me hizo lógico que platicaran de eso pues no era algo que se podría dejar a la ligera, yo quise entrar a la plática con ellos pues dentro de mi había algo que no sabría como explicarlo, reacciones físicas en mi torso dejaban al descubierto sensaciones de preocupación pero al mismo tiempo emocionantes, pero no dejaron que hablara de eso porque según ellos aun no contaba con la madurez suficiente para asimilar de manera seria ese tipo de circunstancias, pero lo que ellos no sabían es que dentro de mí, en mi mente había demasiada experiencia como para tomar aquella historia no de manera seria, sino de manera correcta, pero no quise insistir pues sabía que yo asimilaba mejor las cosas meditándolas para mí solo por lo que mejor decidí recorrer la casa en la que nos encontrábamos, esperando hallar cosas muy interesantes para mi curiosidad.
Yo sabía muy bien que mis padres eran fieles creyente a su religión, a dios, por lo que sabía que tomarían de manera muy estricta las circunstancias, pues en su religión se ha hablado de entes que debido a circunstancias humanas hoy no han encontrado ese camino hacia su dios y por eso se encuentran aquí, en nuestro plano, así que no me extrañaría nada que mis padres tomaran las precauciones adecuadas y se encomendaran de lleno a su dios. Yo, siendo joven de edad ya había decidido apartarme de los dogmas religiosos pero había mucha creencia espiritual en mí, por las mismas razones también le di la seriedad correcta a las circunstancias pero sabía que detrás de la historia que el pueblo contaba se ocultaba una historia mucho más verídica y correcta. Mis padres después de varios minutos de charla fueron en mi búsqueda, yo me hallaba en mi habitación y cuando llegaron conmigo me hablaron de todas las medidas que tomaríamos respecto a nuestra estancia en este hogar. Como me lo supuse, las medidas a tomar era demasiado estrictas, no exageradas, después de todo yo era capaz de comprender sus decisiones. Aunque dentro de mí, las sensaciones seguían presentes y no disminuían, sabía que algo iba a dejar una marca en las vivencias de cada uno de nosotros, lo supe desde cuando mi padre nos dijo que visitaríamos este lugar.
Llegada la tarde, cuando era la hora de la comida, el teléfono de esta casa sonó haciendo un sonido que caló hasta lo más profundo de el alma de cada uno de los presentes, el timbrar de dicho aparato dejaba al descubierto que lo que se había de avisar no eran para nada buenas noticias, pero no sabíamos si contestar o no pues no éramos los residentes de planta de esa habitación, solo visitantes extraños que por circunstancias ajenas nos encontrábamos ahí hospedados, pero mi padre, carcomido por las aguas de la curiosidad, no tardo mucho en cambiar de opinión y contestó el teléfono, estuvo hablando poco rato, pero el suspenso de saber quién era y cuál era el mensaje que tenía que dejar hizo que pareciera como si hubiera pasado un largo rato. En el momento que mi padre colgó el teléfono mi madre rápidamente como si algo en su interior la empujara de manera sobrenatural a hacerlo preguntó a mi padre que quien era y que quería, que fuera claro y preciso, mi padre un poco consternado y con una mirada que expresaba que dentro de su mente estaba asimilando la noticia se quedó un rato callado alimentando de incertidumbre al silencio pero después retomó el aliento y dijo que había sido don Jacinto, que al parecer la enfermedad de su hermana no era algo ligero y que tendría que quedarse más tiempo con ella en el hospital y que le había pedido que por favor se quedaran en la casa todo el tiempo que él estuviera fuera, ya que no quería que se quedara solo el hogar y según mi padre decidió aceptar después de todo lo que la señora ya le había dicho y al parecer a mi madre no le agradó mucho la idea pero acabó aceptándolo, y pues yo creí entonces que vivir fuera de nuestra casa me haría mucho bien, yo lo tomaría como unas vacaciones que servirían para romper la rutina.
Y bien ya tomada la decisión, mi padre viajo a nuestra ciudad por mas ropa y cosas que necesitaríamos y mi madre comenzó a trabajar en la casa planeando lo que sería nuestra estancia en ese lugar. Mi padre llego de nuevo al pueblo ya cuando estaba a punto de anochecer y nos dijo que toda la gente ya estaba encerrada en su casa a pesar de que era muy temprano, y nos dijo que nosotros haríamos lo mismo. La idea no me gustó demasiado pues en mi pueblo, en estas épocas del año las noches son muy inspiradoras como para quedarse encerrado en casa y el no salir a respirar el aire que corre impregnado de frio y misterio me hacía sentir un poco de mal humor y aburrimiento pero dadas las circunstancias no tuve más que resignarme y dirigirme hacia mi habitación a leer un poco.
Llegado el amanecer al igual que todo el pueblo nosotros ya estábamos más que despiertos y listos para recibir el sol que con paso lento se posaba sobre el cielo iluminando el rincón de cada esquina, evaporando con su manto las marcas de rocío que la noche nos había regalado. Este nuevo día estuvo un poco más entretenido que ayer. Mientras mi madre y mi padre salieron en búsqueda de frutas y verduras para las provisiones yo decidí salir a caminar y conocer un poco mas de los rincones de este pueblo, ver si acaso se podía entablar una conversación interesante con algún habitante de este pueblo. Mientras me adentraba mas en las avenidas de ese pueblo, encontré un pequeño grupo de jóvenes aproximadamente con una edad promedio similar a la mía por lo que lleno de curiosidad me acerqué a ellos tratando de entablar una conversación que nos llevara hacia el conocimiento de cada uno. Las palabras rápidamente comenzaron a fluir y poco a poco me fueron recibiendo dentro de sus costumbres cotidianas, aunque quedaba muy notorio que las mías y las suyas no eran para nada parecidas, mas sin embargo logré adaptarme muy bien a su plática y pronto formaba yo parte ya del grupo que conversaba. Dentro de sus conversaciones de hablaba acerca de un evento nocturno que se realizaría ese mismo día. Al parecer la iglesia de ese lugar organizaba una reunión en la que se presentaría un evento en el cual toda la música popular de ese momento brindaría el margen para un baile que llenaba de emoción a cada joven del lugar.
Regrese a casa pensando en dicho evento, la música contemporánea y el baile no eran cosa que me llamara la atención pero era una oportunidad para salir un poco y dejar que a mi llegara nuevamente el aire nocturno que corre por las calles. Pero sabía que mis padres no estarían muy convencidos de permitirme asistir al evento. Les dije que iría mucha gente, que iba a ser un lugar ambientando por la diversión, que la misma iglesia era la organizadora del evento y que incluso mañana, (día domingo) habría una especie de kermes en el atrio de dicha iglesia lo que sería un fin de semana bastante atractivo para los habitantes de la población que después de todo lo que se hablaba de dicho ente que deambula bien les haría un poco de diversión. Al final de todo, ellos decidieron aceptar, pues su creencia en dios los hacía pensar que tratándose de su casa, la iglesia, nada malo podría pasar. Y ya con permiso para asistir, dentro de mi habitación, mientras leía y el reloj avanzaba, la sensación en mi estomago se agudizo y me revelaba que esa noche era realmente un evento del tiempo que me dejaría marcado para toda la vida. -Hoy que les cuento esto, no puedo evitar reírme al decir esto, pero regreso a la historia-. Detrás de la preocupación había una sensación de entusiasmo y emoción, ya no podía esperar más para que se llegara la hora de asistir al evento.
Llegada la noche, apenas el sol comenzaba a morirse en el horizonte y las estrellas comenzaban a decorar el manto estelar con su brillo para darle una cordial bienvenida a la luna, yo ya estaba más que listo para asistir a dicho evento. Nada de lo anunciando me llamaba la atención pero había algo dentro de mí que me decía que algo extraordinario iba a ocurrir aquella noche. Así que llegada la hora partí a prisa hacia a el lugar y valla fue mi sorpresa al ver que muy poca gente era la que había asistido aunque aun era temprano por lo que supuse que avanzando los minutos la gente comenzaría a llegar. Como lo había dicho, la gente comenzó a llegar y el local pronto estaba lleno de personas, para mi mala fortuna yo no conocía a nadie, era un visitante nuevo, y debido a idiosincrasias y gustos distintos no tenía la menor idea de cómo proceder por lo que opté por introducir bebidas etílicas a mi organismo con el fin de que el alcohol pudiera funcionar como catalizador para empezar a formar parte del ambiente que dentro del local se manifestaba. Poco a poco fui perdiendo el control del tiempo, no sabía que tanto rato había pasado ni cuanto faltaba por ocurrir. Debido a las causas de ingerir alcohol, mi metabolismo me exigía como un niño malcriado y rebelde las ganas de ir al baño y mientras caminaba yo hacia el baño pude notar que mi caminar era distorsionado por el peso de mi cuerpo, mis piernas no reaccionaban como debía por lo que no había duda de que el alcohol comenzaba a efectuar sus reacciones en mi cuerpo.
Ahora, aquí comienza todo lo que marcó la existencia de mi ser. Al salir del baño un poco aturdido por el alcohol, como si de manera extraña se me hubiera manipulado a hacerlo, alcé la mirada y magnifica belleza lo que pude ver, una joven dama, sentada a distancia, un rayo de luz lunar dentro del salón se manifestó en mi alma como si decoraran la estancia de dicha doncella, inexplicable con palabras simples lo que pude sentir al verla, su piel pálida reflejaba la luz que daba brillo al terciopelo nocturno de la noche, su cabellera negra que descendía como cascada desde lo más alto del espíritu hasta el rincón más exótico del cielo dejaban al descubierto la suavidad de su persona, lastima por el estado en el que me encontraba pero aun así decidí acercarme a ella para conocer la personalidad de la mismísima representante del naufragio nocturno de la belleza.
Mientras me acercaba a ella, una paz en mi interior crecía rápidamente, aunque también percibía yo algo de nostalgia en el ambiente. Ella observó que me acercaba y rápidamente concluyo que era a ella hacia quien yo me dirigía por lo que solo reacciono con una suave sonrisa y espero que yo llegara hasta donde se encontraba ella. En el momento en el que llegue con ella mis palabras comenzaron a fluir de manera tan suave y profunda cual poeta que declama versos a la luz pulcra de la luna y al parecer todas mis palabras daban en el blanco cuales flechas impregnadas de romanticismo pues la joven se entusiasmaba cada vez y la conversación se entablaba cada vez mas de manera más profunda por lo que decidimos salir a un lugar donde el sonido fuerte de la música no ahogara nuestras palabras. Ya estando fuera, cubiertos por el manto estelar nocturno comenzamos a expresar el sentir de cada quien, y entre mas platicábamos mas no entendíamos mutuamente por lo que reacciones tan sublimes recorrían todo mi cuerpo estremeciéndome cada una de las fibras de mi alma y sabía que lo mismo pasaba con ella. Su nombre era Sabine y el pronunciarlo se entonaba dentro de mi ser como una dulce y amalgamada de colores sinfonía, aunque la nostalgia que comencé a sentir cuando me acerque a ella aun estaba presente contrastando mi alegría pero quien sería capaz sino ella de hacer experimentar todo tipo de reacciones en mi ser.
Pronto el cielo comenzó a clarearse dejando al descubierto el dormir de los arboles que con somnolientos movimientos comenzaban a anunciar el amanecer de un nuevo día por lo que ella me pidió la dejara partir a su casa pues el amanecer había llegado y no contaba con el permiso para estar más tiempo fuera, y yo, de igual manera tenía que partir hacia el hogar donde nos encontrábamos hospedados pues no quería problemas con mis padres, así que nos despedimos con pocas palabras pero ambos sabíamos que el uno había dejando un marca grata en el otro por lo que un nuevo encuentro era inevitable. Camino a casa el camino se hizo corto pues en ningún momento salió de mi mente la imagen de Sabine, se tatuó en mi cabeza con la tinta de la noche acobijando cada uno de mis pensamientos. Llegando a casa un sueño inmenso me atrapó y caí rápidamente en mi cama completamente dormido.
Un nuevo día, aunque por el tiempo en que dormir el atardecer ya nos saludaba con su llegada, pero todas las cosas extraña que uno no puede imaginar comenzaron a suceder. Me levante y me dirigí hacia la sala donde mis padres se encontraban, en sus rostros se refleja coraje y angustia, estaban muy enojados y por la reacción química en mi cuerpo pude suponer que era por mí. Valla manera de faltarnos al respeto –comentó mi padre enfurecido-, te hemos dado la confianza y nos has fallado. Yo no sabía acerca de que hablaba pero algo me decía que los tenía que escuchar. Tu, nuestro hijo único –siguió comentando mi padre- has llegado en completo estado de embriaguez, ni siquiera eras capaz de soportar tu peso, si no ha sido por los jóvenes que te han traído seguramente ahorita estarías en las calles tirado como un perro, no lo puedo creer. Pero no se acerca de que hablan –contesté yo-, yo hace unas horas que acabo de llegar por mi propia cuenta, (aunque aseguraba lo que decía no podía evitar sentir una preocupación inminente por las palabras de mi padre) no sé realmente de que hablan. Tan borracho llegaste anoche –siguió mi padre- que ni siquiera te acuerdas de lo que paso, los jóvenes que te trajeron dicen que ye hallaron dormido dentro del baño del local donde fue el evento, que trataron de despertarte pero el alcohol en tu cuerpo reacciono de manera tan aguda que no acatabas nada y que si no ha sido por uno de los jóvenes con los que platicaste ayer no hubieran podido localizar donde habitabas puesto que nadie te conoce aquí. Yo solo guarde silencio pues después de todo ellos narraban a detalle lo ocurrido, pero en mi mente no cabía la idea de concebir lo que me decía, pues no era eso lo ocurrido, claro que no podía ser cierto pues la imagen de Sabine seguía en mi mente y no podía ni siquiera imaginar que ella solo había sido un sueño pues un sueño no es capaz de recrear semejante belleza. Después de tanto pensar, y al ver que mis padres estaban enfurecidos no tuve opción más que quedarme en mi habitación a reflexionar todo lo ocurrido, pero sabía que en el atrio de la iglesia se encontraba en festejo una kermes en la que las posibilidades de ver a Sabine ahí eran grandes y así saber que ella era real y no un sueño. Mas sin embargo la ira de mis padres no cesaba por lo que ni siquiera trate de asistir a dicho evento.
La noche ya se había hecho presente nuevamente y yo seguía postrado en mi habitación pensado en cada detalle de lo ocurrido. Conmovido por el hambre decidí bajar hacia el comedor donde se hallaban mis padres pero en su rostros pude ver que su ira no había disminuido e incluso parecía que el avanzar de las horas la había agudizado por lo que de manera seria me acerqué esperando que dijeran lo que me tenían que decir. Después de una charla nada amena dejaron al descubierto sus advertencias y castigos, los cuales me llenaron de ira y ahora era yo el enojado. Su castigo había sido mandarme nuevamente hacia mi pueblo y permanecer la mayor parte del tiempo ejerciendo labores que me demostraran lo que realmente era ganarse la vida como para desperdiciarla en diversiones etílicas. El ejercer las labores no me asustaban en nada pero el hecho de marcharme me enfurecía y me entristecía pues yo quería permanecer más tiempo ahí, en ese pueblo, donde Sabine podría estar fuera esperando a que yo acudiera nuevamente a ella. Pero la ira de mis padres no cedía y al ponerles frente con la mía nada bueno surgió de eso, las cosas comenzaron a empeorar y cada palabra que yo pronunciaba enfurecía mas a mis padres, aunque también los preocupaba por lo que no cambiaron nada de opinión y su última palabra fue esa, mandarme de regreso a mi pueblo.
El coraje se alimentaba de mí ser y se propagaba sobre toda mi alma abrazándola como un niño que temiese perder la protección de su padre. Nada me controlaba, no podía pensar de manera clara la decisión que mis padres habían tomado por lo que decidí salir a caminar a solas, por las avenidas nocturnas del pueblo que en la hora en la que nos encontrábamos ya estaban completamente vacías. Nuevamente era yo testigo de las caricias que el viento frio de la noche hacia de manera apasionada sobre la piel de mi rostro. A pesar de que no tenía el permiso de mis padres para estar fuera a esas horas todos los malos sentimientos en mi mente se despejaban y comenzaba a pensar con más claridad. Pero el problema fue que entre más razonaba lo que mis padres me habían dicho más me abrazaba la melancolía y la tristeza de pensar que el partir hacia mi pueblo reduciría a nada mis posibilidades de volver a ver a Sabine. Mientras tanto, mientras pensaba en cada suceso de lo ocurrido me dirigí hacia el parque del pueblo y me senté justo en la misma banca en la que había yo platicado un día antes con Sabine, la mujer que hoy no se escapaba ni un momento de mi mente, y ahí me quede un buen rato, respirando el aire nocturno y buscando la manera de que los pensamientos que trataban de intuir el futuro no me torturaran mas, cuando de repente, sentí una presencia extraña detrás de mí, como si alguien tratara de asecharme por lo que decidí quedarme quieto y en silencio mientras mi mente divagaba buscando las posibilidades de quien se pudiera tratar. Pasando los segundos inhalé profundamente y volteé la mirada para ver de quien se tratara y valla sorpresa me lleve cuando vi que se trataba del ángel más bello que un día antes mis ojos habían podido divisar, así que mi cuerpo quedo estupefacto y de momento no sabía cómo reaccionar pues al verla su imagen había penetrado hasta lo más profundo de mi alma dejando a flote en la reacción de mi piel el sentimiento que nacía dentro de mi dirigido hacia ella.
No temas –fueron las palabras que ella expresó tratando de calmarme-, lo último que yo quisiera seria causarte temor, incluso me hace sentir mal que tu reacción fuera esa, temor. No temo –contesté- pero me ha sorprendido mucho que justo en el momento que pensaba en ti te apareciste, como si de alguna manera te hubiera yo invocado. No mientas –dijo ella sonriente- puedo ver en tus ojos que todo el tiempo has pensado en mi por lo que no creo que sea correcto que hables de momentos cuando ha sido todo el tiempo el que decora mi imagen en tu mente. Sus palabras cayeron como flechas impregnadas de romance en el aura de mi corazón. Tengo que ser sincero contigo –le dije serenamente-, tienes toda la razón, no he dejado de pensar en ti, tus ojos están en el centro de mi mente diciéndome que tu eres la mujer más especial que he hallado a pesar de mi joven edad, pero no me importa nada más que tu y quiero que sepas que quiero pasar más tiempo contigo, quiero recorrer los jardines del amor tomado de tu mano y juntos acariciar el aura de lo divino con las sublimes y etéreos placeres de un beso. Valla forma directa de decirlo –contestó ella un poco sonrojada- pero debo de aceptar que yo también siento lo mismo, yo también quiero que seas tú la persona con la que divague por la vida, contigo quiero respirar el aroma de las rosas que decoran el jardín que ya tu mencionaste mi querido poeta. El silencio se hizo presente mientras ambos nos declamábamos poesía pura con los ojos que se humectaban de lágrimas, lágrimas de felicidad, de repente, ella interrumpió el silencio con un comentario abarcando el tema del que yo ya ni siquiera me acordaba. ¿Qué piensas acerca del ente que ronda según la gente las avenidas nocturnas de este pueblo? –Preguntó ella con un poco de sigilo en su mirada-. Pues cuando escuche por primera vez acerca de ello –contesté- me impacto de manera extraña, las reacciones químicas en mi cuerpo rápidamente se engalanaron con su presencia, como si algo me quisiera decir, pero desde el momento en que te vi jamás volvió a pasar por mi mente el recuerdo de esa historia. Me alegra eso –respondió ella- después de todo parecer ser que solo es alardeo del pueblo pues nadie lo comprueba, pero ahora solo importa lo que pasa entre tú y yo. Hay más problemas –contesté con un poco de melancolía- mañana saldré camino a mi pueblo del cual ya no saldré, algo extraño paso la noche de ayer y mis padres están furiosos, sucesos para mi desconocidos a descargado su ira sobre mí y en pocas palabras parece ser que no podré verte mas, no sé si decirlo, pero lo siento. El silencio volvió a presentarse en nuestro encuentro y en su rostro había una calma muy profunda, extraña para lo que le acaba de decir, y de repente, volvió a romper el silencio con su voz diciendo: No preocupéis por eso, créeme, nada ni nadie puede separarnos ya –un suave toque de soberbia se incrustaba en su mirada-, ahora eres mío y yo soy tuya, eso es en lo que tú debes de pensar, de lo demás yo me encargo. Sus palabras me dieron temor, lo admito, pero el registro de su voz me llenaba de calma y alegrías.
Que pensarían mis padres si lo supieran, no lo sé y no me importa, nada podría arruinar el momento aquel, ella y yo mirándonos fijamente, como si nuestras miradas se unieran en un lazo eterno. De repente, ella volvió a interrumpir el silencio. Solo cierra los ojos –dijo ella con voz apasionada- y deja que el olvido se postre en tu mente dejando solo la silueta de mi voz diciéndote cuanto te quiere que después de esto veras que no podrán separarnos. Y así, toda la noche y el aire nocturno nos rodeaban como queriendo ser testigos de lo que ahí estaba por pasar mientras yo solo deje volar mis pensamientos manteniendo los ojos cerrados como ella me lo había pedido. De repente, sentí sus manos tocar mi rostro y cada vez comencé a sentir más cerca su respiración y de la nada, nuestros labios hicieron contacto en un beso tan sublime y pasional que en ese momento el todo y la nada dejaron de existir, la vida ya la muerte se convirtieron en ilusiones, el viento nos acariciaba como queriendo formar parte también de ese beso, todo tan sublime, no había deidad ni humano capaz de impedir que nuestros corazones se eclipsaran teniendo como nicho de amor aquel manto nocturno cubierto de estrellas que nos acobijaba. De pronto alejo su rostro sin desprender su mirada de mis ojos y en voz tenue y susurrante me dijo: Ahora tengo que irme pero después de este beso tú y yo formamos parte de un solo ser, créeme, muy pronto estaremos juntos por siempre. Y sin dar tregua alguna se levante y comenzó a alejarse mientras yo no podía reaccionar, mi cuerpo y mi alma seguían recostados sobre la nube del placer pero después de un rato regresé a mi casa y apenas llegado a mi habitación caí dormido de manera tan profunda como un niño que duerme en los brazos de su madre. O al menos eso creí yo que pasaba, que dormía…
-Ahora estoy aquí sentando, escribiendo las últimas líneas que describen lo sucedido, pero pongan atención al final pues es aquí donde todo lo difícil de creer comienza.
…Es el día siguiente de aquella noche, en la que ella y yo eclipsamos nuestras almas en el aura celestial de un beso, me desperté un poco aturdido, raras sensaciones se manifestaban en mi cuerpo, una debilidad muy aguda apenas y me dejaba ponerme de pie para ir a hablar con mis padres. Apoyado de la pared bajé hasta la sala donde ellos se encontraba y valla sorpresa al ver a un seño extraño sentado, su rostro manifestaba el caminar del tiempo y en su mirada reflejaba un aura triste y melancólica, tanto que al verlo todo mi cuerpo se estremeció y mi alma por un instante se conectó con la de aquel señor como si un lazo externo nos uniera. Yo camine hasta donde estaban mis padres y vi que los dos lloraban de una manera tan triste y desgarradora que pareciera que la locura los había abrazado fuertemente y se negaran a aceptarla, pero al ver el llanto de mis padres la debilidad de mi cuerpo se agudizó más, tanto que casi caigo al suelo inconsciente pero logre detenerme. Les hable con una voz que apenas y pronunciaba las palabras pero no me oía, y no solo eso, tampoco se habían dado cuenta de que yo estaba ahí. Traté de tocarlos pero entre más me acercaba parecía que ellos se alejaban, todo estaba tan extraño y mi alma saltaba de un lado para otro, la debilidad ahora se acompañaba de una desesperación inmensa, la mirada triste del señor que casi podía asegurar que se trataba de don Jacinto y el llanto desgarrador de mis padres me taladraban la cabeza y mi espíritu, no podía mas, quería salir corriendo y gritando que alguien me explicara lo que pasaba pero nada pasaba, mi cuerpo no me respondía y entonces pensé en Sabine, quería verla, pero en el momento en el que pensé en ella pude ver su rostro en mi cabeza sonriendo y con suaves palabras me dijo: “ya no nos separan, ahora ya solo ven conmigo”. No había explicación alguna pero cuando creí haber tocado el fondo del caos las cosas empeoraron aun más. Un automóvil de facha lúgubre se instalo frente a la puerta de la casa y bajaron un ataúd de la parte trasera y caminaron con él hasta la puerta de la casa, el llanto de mis padres era aun más desgarrador y yo ya estaba al borde de la locura. Cuando entraron y lo colocaron en la sala abriéndolo para develar el cuerpo que ahí yacía fue entonces cuando vi la imagen más espeluznante y escalofriante que nunca antes en mi vida había visto y nunca en mi vida creí que algún día lo vería. El cuerpo que ahí yacía era el mío, era yo quien descansaba en ese ataúd, mi alma derramaba lágrimas de sangre y la desesperación que me envolvía era tan grande que mis gritos acariciaban el cielo mas nadie los oía. Lo último que pude ver fue que en mi cuerpo que yacía en el ataúd irradiaba paz y tranquilidad, y en el rostro se reflejaba el rostro de Sabine sonriente. No sé cómo ni por qué, pero subí nuevamente a mi habitación y un pequeño soplido de serenidad me dijo al oído que escribiera esto, que no preocupara del cómo ni el conque, que solo expresara todo lo ocurrido y que alguien necesitaba de leerlo para poder aliviar un fuerte dolor de su alma…
-Y así es como paso todo lo ocurrido, ahora, con el atardecer en vísperas de la noche, mis padres se dirigen hacia el cementerio para darme la sagrada sepultura que su religión les ha enseñado. Yo, yo no sé qué es lo que ahora va a pasar pero mi alma esta tan desesperada que no puedo seguir mas hablando acerca de… lo siento ya no hay palabras.
-Ahora sigue hablando don Jacinto-
Ahora, aquí sentando, mientras se dirigen hacia el cementerio para darle santa sepultura al pobre Stian, acabo de comprender que fue Sabine, mi nieta, la que hizo todo esto, y se me parte el corazón que el pobre Stian haya sido su víctima pero ahora sé que ella ya descansará en paz.Sabine era mi nieta, una joven muy hermosa, tal y como la describió el joven Stian en su carta. Ella tuvo la desgracia de enfrentarse a sus padres, mi hijo y su esposa quienes le prohibieron estrictamente olvidarse de todas las cuestiones amorosas de los adolescentes pues ellos la obligaban a tomar los hábitos de monja. Pero ella, con el corazón lleno de amor y pasión se enfrentó a sus padres los cuales no la perdonaron y al golpes la mataron (llanto de don Jacinto muy desgarrador). Yo no pude hacer nada y eso me carcomía el alma día con día pero hoy agradezco que por medio del joven Stian, Sabine me haya dado a conocer que ahora ya está en paz y que nada ni nadie le va a impedir vivir su amor. Lamentablemente tuvo que morir un joven, pero ahora abrazados por la eternidad vivirán felices donde la vida y la muerte son obstáculos ya superados.
Me dirigí hacia la procesión, agradeciéndoles a sus padres que sepultaran a su hijo aquí en mi pueblo y no en el suyo. Mis palabras tocaron de manera equivocada el corazón de sus padres produciendo un poco de molestia pero al final lo comprendieron. Y de manera tan respetuosa les pedí que me dejaran decidir el lugar donde lo sepultaran, y yo me encargaría de todos los gastos del sepelio. Después de hablar un rato aceptaron. No les pude decir nada de lo que sabía pues no lo creerían, pero después de todo, yo les daría este escrito dejándolo a su consideración.
Mientras nos dirigíamos hacia la cripta de mi pequeña nieta Sabine, pues ahí sabía yo que lo teníamos que sepultar, sabía que el joven Stian nos acompañaba. Ten calma Stian –Exclamé-, ya te preocupes mas por lo que ha de pasar de ahora en adelante, tu sabes bien que alguien te espera y con los brazos abiertos te está esperando para darte todo su amor bajo el manto de la eternidad. Y así fue, lo terminamos de sepultar y con dolor en el alma y lágrimas en el rostro rezamos por su descanso. Todo tan doloroso para los seres que nos quedamos aquí, sufriendo la perdida, pero con una paz en el alma pues sabíamos que ya no habría dolor para el joven Stian.
Ya dirigiéndonos de nuevo hacia la casa, sentí una paz tan celestial en mi alma, como si un pequeño ángel la abrazara con las manos de la divinidad. Y de repente, como si alguien intencionalmente me hicieran voltear y pude ver ahí, sobre la sepultura una luz blanca tan consoladora y en su centro vi a mi nieta y al pequeño joven Stian diciéndome con sus miradas que se amaban y que yo podía seguir viviendo en calma, mi pequeña nieta me había perdonado por no ayudarla y yo había perdonado a mi hijo por su crimen. Con una sonrisa en mi alma me despedí de ellos y en la eternidad ellos se esfumaron. Ahora ya no hay dolores en el alma, pues solo el amor logra lo imposible.